jueves, 29 de noviembre de 2012

Hojas de cerezo antes de morir


Bajo la sombra de un cuarto oscuro donde la única iluminación proviene de una pequeña ventana, se denota un cuerpo, sí, el cuerpo de un hombre cuyos sueños han muerto, y la ilusión de ser libre, feliz, están guardados bajo el colchón, cubiertos en una funda de cuero y cargada con seis balas. Día a día el hombre se levanta, enciende la luz, se sienta en el suelo de madera, cierra sus ojos como si meditando estuviera y lleva sus sueños consigo ocultos en el bolsillo trasero del pantalón, al salir de su casa saluda gentilmente a la anciana de la frutería, quien cada semana le regala algunos productos que no lograron venderse, luego saluda al carnicero, y piensa que su trabajo es muy similar al suyo, lo único variante es el método usado y por supuesto la víctima. Antes de llegar a su trabajo diurno regular, atraviesa un pequeño parque donde las hojas de cerezo tapizan todo el suelo, simulando un mundo diferente. El frío le es insoportable al hombre que por cierto se apellida Santos, algo muy oportuno para quien no cree en Dios. Pero cual es su nombre ¿?. Bueno, ¿acaso importa eso en estos momentos?

Al llegar a su trabajo, la calefacción le es confortable y se dirige directamente a su oficina. Casi finalizando el día, una llamada cambia su agenda, así que debe apresurarse pues notó que esta llamada difiere de las anteriores. Sin saber en que lugar se encontraba, Santos llega a un antiguo edificio muy bien conservado en cuya planta baja hay un pequeño coffee place, abre la puerta lentamente, se dirige a la última mesa a la izquierda cerca de una puerta fabricada totalmente en vidrio transparente, se sienta suavemente y ordena dos té calientes de manzana con canela, pues su acompañante se aproxima. Ambos sentados, se miran fijamente mientras el extraño hombre desliza una pequeña nota, seguro en ese pequeño papel, está el nombre de quién en 24 horas no vivirá más. Finalizada la pequeña taza se da por concluida la reunión, sin embargo frente a las puertas de aquel edificio, las manos del extraño hombre, cuyo nombre es Steven, dejando así de ser un extraño para todos, toma fuertemente el cuerpo de Santos llevándolo a la esquina donde la luz proveniente del poste de luz desapareció hace ya mucho tiempo. Los labios de Steven intentaron decir algo suavemente al oído derecho de Santos, no obstante un golpe directo en su rostro evitó que los que seguimos esta historia pudiéramos saber algo de aquellas palabras que en su momento no fueron pronunciadas.

¿Por que lo haces? - Pronunció Santos.
Simplemente sigues amando a esa mujer, deberías olvidarla, superarlo, ella fue la puta que te metió en esto, si sigues así seguirás siendo un cobarde de mierda! – respondió Steven.
              
  El ambiente quedó inundado de silencio, los pasos de Santos pronunciaron con veracidad que las palabras de Steven eran ciertas. Pero no nos desviemos de la historia, queda en ti deducir si Steven fue detrás de el y salieron juntos esa noche y tampoco agregaré si llovió o el clima era normal.


Sus párpados se abrieron, sus pupilas se contrajeron, un fétido olor a sangre inunda su habitación, así se inicia un nuevo día para Santos,  su rostro no muestra sonrisas, no muestra dolor y mucho menos lágrimas. ¿Que piensa entonces Santos?, nadie lo sabe, yo podría decir que le es agobiante iniciar un día, que desea su muerte mucho más que la de sus víctimas, que desea noche tras noche ver correr su sangre mientras observa una hoja de cerezo marchita que yace guardada en un diminuto cofre en el cajón de su mesa de noche a la izquierda de su cama, que la mayoría de sus sentimientos son dolor, tristeza, angustia, que los humanos como seres tan complejos llenan de desdicha lo que su pasado les aconseja, pero quién soy yo para juzgarlo, tal vez piensa en lo emocionante que es matar, en lo fabuloso que es ver correr la sangre de personas que no valen la pena, corruptos, malévolos y sin sentido común, incluso podría pensar que disfruta su trabajo simulando ser un Dios.

                En todo caso, de una u otra forma, su cuerpo seguía ahí sentado en el borde de su cama, con su vista en dirección a un viejo ventilador envuelto en una delgada capa de telaraña. Esta vez lleva su arma en el pecho, debido a que su pantalón de trabajo, sigue húmedo de la noche anterior, se cubre con un saco y una bufanda y va en dirección a su trabajo, esta vez no se detiene a meditar sobre el suelo de su departamento, saluda como regularmente lo hace, esta vez el carnicero no abrió, algo tendría que ver con que su negocio se encuentre rodeado por una cinta policial y la puerta principal tenga un graffiti de sangre,  llega al parque donde se detiene, toma una hoja de cerezo y continúa su trayecto. Extrañamente, al llegar a la empresa, cuya función es desconocida incluso para mi, esta vez no va en dirección a su oficina como regularmente lo hace desde hace ya año y medio, al parecer su rumbo es en dirección a una puerta oscura que se ubica al fondo de un pasillo repleto de cubículos. Toca dos veces y entra, saca su arma y dispara las seis balas que contenía. ¿Quién era?, no ha de tener importancia si no se encuentra escrito en esta historia.

                Sus pasos van al unísono con su respiración, cada vez más rápida, su angustia alcanzó los límites, grandes lágrimas brotan de sus ojos, huye del lugar pero no corriendo, camina apresuradamente hasta que por desesperación, cae al suelo en el parque, un fuerte llanto denota su desdicha, es extraño ver a un asesino llorar de tal modo, sin embargo Santos no es un asesino cualquiera. Sobrepasando su estado de crisis, se levanta y continua melancólicamente su rumbo, llega a su cuarto lanza su arma al suelo, el sonido de una sirena anuncia la llegada de la policía, sus ojos en ese momento no reflejaban absolutamente nada, camina relajadamente a su mesita de noche, saca el cofre que por desgracia se encuentra sucio y pegajoso, lo abre y sonríe, coloca la hoja de cerezo que horas atrás recogió del suelo, lo cierra y lo guarda en su saco,  sube las escaleras del edificio y al llegar a la azotea,  simplemente lo lanza.

                Santos se deja caer de espaldas al suelo de dicha azotea y con una sonrisa extraña mira al cielo como si nada hubiera sucedido.

Fin

¿Que ocurrió con Steven?, ¿por qué guardaba una hoja de cerezo en un cofre?, son cosas que deberás descubrir luego, por lo tanto  no es un fin sino un…continuará.

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