domingo, 11 de diciembre de 2022

Un cielo lleno de ansiedad





 Mis lagrimas comienzan a caer sobre mis mejillas y como solo había visto en las películas recorren todo mi rostro hasta caer al suelo sin el más mínimo movimiento muscular de mi cuerpo. De fondo suena Regino Spektor y mis ojos que antes miraban al suelo ya no distinguen absolutamente nada mas que unas siluetas borrosas de una fotografía en mi celular. La respiración comienza a escasear y mi agitación me hace levantar mi cuerpo rápidamente en búsqueda de que algo de oxigeno pueda entrar a mis pulmones, pero curiosamente lo que hace falta no es oxigeno. Un dolor indeterminado apuñala mi pecho cual cuchillo atraviesa una barra de margarina y de mi boca surge un quejido agudo y profundo. Doloroso pero liberador, aunque sea por solo unos segundos. Mi cabeza se siente presionada, caliente y húmeda por un sudor sumamente frío que va liberándose por todo mi cuerpo. Mis manos tiemblan al punto de que los escalofríos llevan a una paranoia sin sentido, pero vamos, ¿que puede tener sentido en esta situación?. Intento controlarme pero otro quejido mas fuerte sale de mi boca con un llanto aun mas fuerte que los anteriores. Preferiría un dolor físico. Me resguardo en una esquina de mi cuarto que pareciera cada vez hacerse mas pequeño y sofocante, acosador e intimidante y me concentro en poder respirar. Pienso “inspira y expira todo el aire que puedas, esto es mental, tu cuerpo puede respirar, eres tu en tu interior que no lo permite, ¡vamos tu puedes! Tu cuerpo esta en perfectas condiciones”. Pasan horas quizá pero en realidad solo fueron minutos y la habitación parece normalizarse, el aire parece circular con naturalidad y el mis manos comienzan a tomar calor. El sudor de mi cuerpo va desapareciendo y el llanto deteniéndose. Me levanto con normalidad pero aun mis piernas tiemblan levemente, reposo mis manos sobre las paredes mas cercanas y siento que esto fuera una especie de pesadilla, en una voz suave expreso el querer despertar. 

La verdad creí que no seria tan difícil de sobrellevar una ruptura amorosa luego de, bueno, haber fallecido mi pareja hace unos años atrás. Al haber levantado cabeza y haber tratado de rehacer mi vida, pensé que nada podría llegar al punto de herirme tanto o al menos de hacerme algo de daño. Me sentía irrompible o inquebrantable, alguien quien emocionalmente era tan fuerte como un muro de diamante, pero mi mayor enemigo no es quien me hace algún daño físico o emocional sino la ansiedad que me invade en momentos de debilidad y que pensé tontamente podía controlar. 

Hoy al salir a la calle, me sentía muy extraño, cada sonido, cada voz, cada ruido se sentía como agujas en mi cabeza. Sentía que todas las personas me miraban y que mi cuerpo flotaba, me sentía en un sueño o adormecido. Por ahora mi lugar seguro ha sido mi cuarto, mis 4 paredes que me resguardan y en las que me siento protegido. “Que pena con la visita” diría una amiga mía haciendo referencia a la vergüenza propia que suelo sentir hacia mi mismo por ser tan débil emocionalmente, a no poder sobrellevar de manera tranquila los sucesos que puedan ocurrir en mi vida.

Puedo ser emocionalmente muy débil pero amor propio me sobra, eso jamás cambiará. Quizá la rutina y una vida compartida me hagan extrañar muchas cosas y detalles pero siempre he estado en paz con la soledad. He me aquí nuevamente vieja amiga, ahora solo queda que el tiempo haga su magia y a la ansiedad la seguiré sobrellevando.











No hay comentarios:

Publicar un comentario