miércoles, 2 de marzo de 2016

Ser o parecer

Nada es tan fácil ni tan difícil como creemos. Algunas veces si las vemos desde afuera, podríamos decir "que tontos somos", así es, que tontos somos. Las casualidades de la vida no tienen un significado, por eso mismo se llaman casualidades, no le demos a ellas algún sentido de destino. El destino no existe, nunca ha existido, ¿nos creemos tan importantes como para creer que algo o alguien dirige nuestras vidas en hasta el más mínimo detalle? Somos simplemente un grano de arena en el tiempo infinito de la existencia, somos tan insignificantes que seguramente (a la mayoría) nadie recordará en tan solo 1 o 2 siglos. Muchos pasaremos nuestras vidas sin hacer algo realmente grande, algo importante, algo tan significativo que quedemos registrados en la historia universal.

Así es, la vida la forjamos nosotros, nosotros hacemos nuestra propia mala o buena suerte. Quizás creemos el destino por miedo, el miedo a tener en nuestras propias manos la potestad del futuro, tenemos tanto miedo a ser lo que queremos ser que creamos una palabra a la cual achacar todo lo malo y algunas veces lo bueno que nos ocurre, "destino" le llamamos e incluimos el lado espiritual y religioso en ella, somos básicos, somos simples.

Juguemos, sigamos jugando a este juego del destino. Aún no se si es darse por vencido, ser cobarde o solo dejarse llevar pero a veces suele ser mejor entrar en esa costumbre tan insípida de creer en el destino, dejarle todo al destino. Tu y yo, una parte del destino. Pretendamos ser tan relevantes en el universo para decir que alguien o algo nos unió, nos dejó querernos y luego nos alejó.


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