lunes, 7 de octubre de 2019

Le oigo hablar



Murmura sus deseos, se cierne sobre mis hombros, me devora desde el interior, suplica testarudamente por un poco de clemencia. Le oigo hablar, le oigo decirme palabras sin sentido en mi oído izquierdo, replico que por ese oído mi audición falla.

Atraviesa mis murallas y me comenta sobre frases estrambóticas que añora ser parte de mis deseos. Altruista tú que estremeces mis carnes a fin de solo devorar alguna pieza. Le oigo hablar sigilosamente sobre mi oído derecho, le digo que está bien aunque escuche pero no comprenda bien lo que dice.

Se planta frente a mi en el espejo, en su espejo, en el espejo burdo de la autocrítica. Diásporas peregrinando para decirte algo que ya sabias. Analistas que te inducen lo que ya tu conocías. Y la familia, diciendote cosas que ya tú comprendías. Le oigo hablar, pero no lo acepto.

El tacto tan distinto es de lo visual, distorsiona la figura mi idealización de algo tan egolatra y disperso. Una sensación que acaba desde dentro pues le oigo hablar y quiero pararlo. Enmarco mi perspectiva para tenerla allí en caso de necesitarla, un cerillo en mi bolsillo por si quiero quemarla y un abrigo por si quiero taparla. Le oigo hablar pero no toma mi atención, le oigo hablar hasta que su ímpetu  es derrotado ante mi calma y en su momento más débil le oiga hablar en un llanto de zozobra.


No hay comentarios:

Publicar un comentario